Adoptar es una opción

En 2021, el INAU registró récord de adopciones: un total de 125. El salto se debe a los cambios que impuso la ley de urgente consideración, que permitió que 19 casos fueran iniciados directamente en la Justicia y no a través del proceso clásico del INAU. También a que se incluyeron más profesionales en Trabajo Social y Psicología a trabajar en este proceso, lo que permitió que creciera el número de madres y padres registrados como aspirantes.

Sea como sea, adoptar es una opción que eligen muchas personas y permite que los niños, niñas y adolescentes en Uruguay puedan tener cubiertos sus derechos. Sin embargo, la adopción sigue generando prejuicios, preconceptos, mitos y miedos en muchas personas. Hoy hablamos con Isabel y María, madres adoptantes, sobre su proceso. 

No es un derecho del adulto

Cuando hablamos de adoptar, muchas personas imaginan el proceso como una forma de satisfacer la idea de maternar o paternar de adultos que, por el motivo que sea, no transitan el proceso biológico. Esta visión adultocéntrica dista mucho de lo que realmente es la adopción: tanto los tratados internacionales como nuestro Código de la Niñez y la Adolescencia (CNA) plantean el escenario de la adopción como el derecho del niño y adolescente de tener una familia.

El CNA dice que la vida familia es el ámbito adecuado para que crezcan, y que todo niño y adolescente tiene derecho a vivir junto a su familia, solo pudiendo ser separado “cuando, en su interés superior y en el curso de un debido proceso, las autoridades determinen otra relación personal sustitutiva”. Por ende, “la adopción sólo se otorgará por justos motivos y existiendo conveniencia para el niño, niña o adolescente” dice el artículo 143. 

Es por eso que el INAU es parte del proceso que une a los padres adoptantes con los niños en condiciones de ser adoptados.

Isabel y su pareja supieron desde los 22 que, por temas de salud, iba a ser complicado tener hijos biológicos. Dice que saberlo desde tan chicos les permitió pensar mucho y, con el paso de los años, se fueron cuestionando “por qué acudir a la adopción solo en caso de no poder concretar un embarazo, por qué no podía ser la primera alternativa. Así fue como fue ganando espacio en nuestro proyecto familiar y resolvimos comenzar las dos opciones de forma paralela y en caso de concretarse un embarazo igual continuar con la adopción y formar una familia compuesta”.

María con su esposo, por otro lado, siempre habían querido tener muchos hijos y si bien no fue su primera opción (tuvieron dos hijos biológicos primero), sí lo consideraron a los 35 cuando el deseo de tener más seguía latente.

Ambas cuentan que, en general, no hubo grandes prejuicios o comentarios negativos de las personas de sus entornos. Igualmente, el prejuicio de que es más importante tener un hijo biológico lo vivieron las dos: a Isabel le recomendaron que no deje de buscar el embarazo para vivir esa experiencia como mujer; en el entorno de María algunos no entendía la necesidad de querer más hijos si ya tenían los biológicos, no entendían su proyecto de vida.

Un largo camino lleno de emociones

Cuando hablamos de adopción, generalmente sale a la luz el largo proceso (muchas veces de años) que viven los padres adoptantes antes de recibir a su hijo en casa. Si bien suele verse como algo negativo, el proceso tiene unos porqués necesarios para proteger al niño o adolescente en todo momento.

En este proceso hay entrevistas, charlas y talleres, evaluaciones sociales y psicológicas que permiten decidir no solo si la o las personas están aptas para adoptar; sino también les permite aprender, plantearse situaciones hipotéticas, etc. “Lo más difícil del proceso fue la espera, pero a su vez la hallamos necesaria para preparar a nuestros hijos mayores, incluirlos en el proyecto de familia, y en la familia ampliada (…) En el proceso fuimos descubriendo a qué estábamos dispuestos: a más de un hijo, a qué no fueran bebés, fuimos modificando las edades en la medida en que descubríamos que los niños mayores de 5 años, y los grupos de hermanos muchas veces quedan institucionalizados porque no hay muchos padres dispuestos a incluirlos en su proyecto de familia. Ver nuestro crecimiento como pareja, como familia y ver que estamos dispuestos a amalgamar historias y situaciones que a veces no son fáciles” cuenta María.

Isabel dice que “antes de la inscripción formal, el Departamento de Adopciones te brinda una charla informativa de todo el proceso, en el cual con total transparencia te cuentan todos los detalles, que fue tal cual lo que pasó. Así que cuando nos anotamos ya sabíamos cómo iba a ser todo el proceso”. Y reafirma lo que dice María: “quería destacar que disfrutamos mucho de los talleres que propone el Departamento de Adopciones, creo que son necesarios porque te acercan a la realidad que viven los niños y niñas, te hacen ponerte en situaciones hipotéticas para ayudarte a resolver problemáticas que se puedan presentar, de alguna manera te van preparando para el momento de la integración, que es cuando el niño o niña se va a vivir contigo.”

Es el CNA el que establece que el INAU es el organismo encargado de “proponer, ejecutar y fiscalizar la política a seguir en materia de adopciones”. La normativa siempre coloca como prioridad que el niño pueda seguir con su familia biológica, y en caso de que se hayan agotado todos los recursos la adopción es una forma de restablecerle al niño el derecho a vivir en familia. 

La Ley de Urgente Consideración propuso cuatro artículos relacionados a la adopción que pretenden reducir los tiempos de adopción sin desmerecer las garantías en el proceso: establecen una reducción del período que dispone el INAU para hacer valoración de las familias que buscan adoptar, unifica en un solo proceso judicial la instancia de separación definitiva de la familia biológica y habilita al juez a prescindir de la recomendación del Instituto en ciertas condiciones.

Sin embargo, tanto la Asociación de Padres Adoptantes (APAU) y el sindicato del INAU consideran que la LUC redujo garantías en los procesos de adopción. Que los trámites de adopción se den por fuera de la órbita del INAU y sin la preparación y seguimiento posterior se entiende como una óptica “adultocéntrica” que podría llegar a generar irregularidades y peligros para los niños y adolescentes, dificultando también la detección de estos problemas.

Queda mucho por crecer

Más allá del debate sobre las garantías en los procesos de adopción, otro gran problema que se plantea sobre la LUC es el derecho a la identidad: si la familia no es debidamente preparada para el proceso, puede pensar que lo mejor es no hablar de adopción y no darle a conocer su historia al niño. Es un derecho de ellos saber quiénes son su familia biológica, la historia, ponerse en contacto, etc. 

Isabel cuenta que cuando hablaban de adopción con su familia, su padre estaba preocupado porque un amigo de su adolescencia había descubierto que quien lo había criado como su madre no lo era, y su madre biológica era otra familiar. El proceso de descubrir esto fue muy doloroso y puede generar una mala idea de la adopción que, con el debido proceso, jamás debería suceder. 

Sobre eso, María cuenta: “Vimos que la gente pregunta: ¿Quiénes son los padres? ¿De dónde los sacaron? ¿Cuál fue la historia?  Sin darse cuenta o con morbo, porque son niños que tienen su derecho a la intimidad, como todas las personas. La gente no tiene filtro. Y eso es discriminatorio” y añade “en Uruguay hay pila de cosas por cambiar, la cabeza de la gente, yo lucho para que no se diga hijos adoptados, porque eso no los define. Los adoptamos en un momento, son hijos por adopción. Son hijos. No les digo del corazón, ni les pongo adjetivos. HIJOS. Los 5”.

La hija de Isabel está hace solo un año viviendo con ella y el proceso de adaptación está siendo difícil pero gratificante. “Lo más gratificante es cumplir ese misterioso deseo de maternidad, el compartir momentos en familia, ser testigo de cómo va creciendo, poder cuidarla y protegerla, hacerla sentir amada”. María agrega “No quiero romantizar el asunto. Hay momentos difíciles, pero también los hay con los hijos biológicos”.

Y finaliza: “El mejor consejo es que se animen, que abran la cabeza: si el deseo está, van a poder. Busquen redes y apoyos, te cambia la vida y la cabeza, pero vale la pena.”