Balenciaga lo hizo otra vez

En esta columna hablaremos de moda, ¡pero sobre todo de intencionar! #LAMODAHABLA Oh, sí que lo hace. Me gusta pensar en términos de moda como forma de expresión. En colores como signos de exclamación y en nuestra forma de vestir día a día como manera de decir quiénes somos sin decir una sola palabra.

La reconocida firma Balenciaga vuelve a sorprendernos al apropiarse una vez más de productos feos para transformarlos en ese producto de deseo que todos ansían tener. Lo hizo con Crocs (y juro que no es personal): transformó un producto de goma, grotesco, tosco y extremadamente feo en un stiletto, ¿Cómodo? Es osado, es atrevido, pero sobre todo es sorprendente y extremo.

Crearon un modelo de zapatilla nueva simulando ser vieja con una estética similar a la clásica Converse. Ahora bien, Balenciaga le sumó un condimento, que para mí es clave y es el diferencial en estas zapatillas: hace un paralelismo entre su modelo de calzado nuevo con las que usábamos en nuestra adolescencia: rotas, rayadas, desteñidas y cómodas. ¡Que jamás lavábamos (hablo por mi) y que fueron motivo de discordia con nuestras madres!

Entonces es buenísimo, porque no solo propone una zapatilla fetiche, sino también un pasaje directo a recuerdos de nuestra adolescencia. Objeto de deseo que podemos comprar por 1450 euros.

¿Porqué comprar una zapatilla nueva simulando ser vieja?
Por placer, por pertenecer, por estatus, por aceptación, pero sobre todo porque la elegimos. Compramos las zapatillas para sumergirnos en el universo Balenciaga.

NOTA: mi mamá odiaba esas zapatillas, yo las amaba. Así de sencillo es el mundo y nuestro poder de decisión de compra.

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