Carta Editorial – Febrero

Aprendiendo a nadar

La historia de amor de mis abuelos siempre me ha fascinado. No es nada del otro mundo cómo se conocieron, lo que me vuela la mente son los 67 años que llevaron juntos.

Es una locura pensarlo contrastando con las relaciones actuales. Hasta hoy se conservan en mi hogar electrodomésticos de la época de “novios” de mis padres, de “esa época sólida”. No promuevo la frase “todo tiempo pasado fue mejor”, eran tiempos distintos a diferencia de la liquidez actual. Las sociedades han cambiado, eso está claro, y con ellas todas las formas de consumir y relacionarse entre las esferas sociales.

Escuchar los relatos de mi padre sobre su carrera como maître 30 años en un mismo restaurante me invita a cuestionarme, mientras voy de trabajo en trabajo con contratos temporales de “prueba” por tres meses, donde renuncio al mes, porque estoy conociéndome, poniéndome en primer lugar y aprendiendo lo que quiero.

Con esta carta me presento, los saludo con todo mi amor, los invito a acompañarme y a comenzar este nuevo proyecto reflexionando con nosotros sobre este mundo tan volátil que fluye y cambia con la circunstancia. Ver con ojos de belleza esta modernidad líquida planteada por el sociólogo Zygmunt Bauman que mi formación en Sociología me obliga a mencionar. Porque si hay algo que nos ha dejado claro estos últimos años es que nada está en estado sólido y estático.

El cambio constante lleva a la incertidumbre, a la imposibilidad de predecir caminos y de trazar planes. Lograr adaptarse, amarse a uno mismo y apoyarnos en momentos de incertidumbre fueron algunos de los grandes aprendizajes que trajo (y sigue trayendo) consigo esta pandemia, aparte del de lavarse las manos.

Este período ha sido un regalo de tiempo, un momento para detener ese frenesí tan loco y efímero de cambios con el que veníamos hace mucho tiempo, pero no sabíamos cómo frenarlo. Necesitábamos quedarnos, organizarnos, conocernos, conocer a otros y aprender mucho para nuestra evolución y crecimiento personal.

Tuvimos que aprender a cuidarnos, valorar la vida y los momentos, como también la familia, los abrazos. los besos, el trabajo y los amigos. En nuestra primera edición los invitamos a celebrar el amor en sus diversas facetas, y observar nuestras realidades para ser conscientes de las realidades de otros. 

Hemos pasado por momentos en que nadie quiso un camino que condujera a Roma, el fast fashion se enlenteció, y la ciudad de Nueva York que mi padre siempre me relató de chica al fin durmió. Comprender que el plato de comida de una persona del otro lado del mundo meses después puede desatar una enfermedad mortal nos hace ver de la manera más abrupta lo conectados que estamos unos a otros diariamente. No hay color, creencias, elección sexual, clase social, barreras o posibles muros que se puedan construir que nos distancien. Sólo nos queda vivir con amor, y valorarlo en sus diversas facetas.

Y vos, ¿qué preferís, la incertidumbre de la liquidez o el dogmatismo de lo sólido?

Pía Cabral
Periodista especializada en moda, belleza y estilo de vida. Docente de Sociología. Directora Editorial de Revista Fórmula