Una danza para la resistencia

Si hablamos de artistas emergentes en Uruguay, se me vienen a la mente muchas áreas y diferentes personas de las que hablar. Decido, por una cuestión de cercanía con el tema y por la admiración a la artista entrevistada, empezar por el área del baile y el arte escénico. Maga Paez (31) nos recibe en su casa para abrirse y contarnos un poco de ella.

¿Cuándo empiezas a bailar?

Empiezo a bailar a los 18 años, porque antes no podía, por dos razones: la primera porque me daba mucha vergüenza y porque tenía muchos complejos conmigo misma. La segunda porque mis padres no querían, no estaban muy de acuerdo con el dedicarse a eso. Entonces cuando cumplo 18 años empiezo a estudiar.

¿Por dónde empezaste? ¿Cómo fue tu recorrido?

En realidad empecé estudiando tap, jazz y hip hop, esas tres áreas, en una escuela de Ciudad Vieja que ya no existe. Pero ahí conocí a mucha gente que después estaba en el medio. Hasta ahí yo seguía haciendo todo lo cotidiano. 

Después empecé comedia musical en Luis Tronchón y ahí si fue donde dije: “¡Es por acá!” Ahí fue la primera vez que me di cuenta que me gustaba de verdad lo que estaba haciendo y que se me daba bien trabajar las tres áreas al mismo tiempo: canto, teatro y danza. Fue un autodescubrimiento.

A su vez los profesores me fueron recomendando en academias para dar clase y ahí empecé con el tema de la docencia, pero también descubrí que me salía de manera natural y que me gustaba pasar mi conocimiento a otros. Termino la carrera con 21 años.

¿Cómo era en Montevideo el área del baile en la época que empezaste?

El baile acá era bastante acotado. Las danzas populares en cuanto colectivo de bailarines eran el folklore, el ballet, el tango… Las escuelas llevaban a eso. Pero el área urbana estaba poco desarrollada, no había una escena creada. Había poca información.

Hoy en día con todo lo que es internet ayuda mucho, pero en la época nos tuvimos que rebuscar un montón, pero al poquito tiempo fue justo el boom de todo eso.

Fue muy complejo también por el tema de ser mujer. Ser mujer en un área donde rige la masculinidad, donde rige el machismo, sus normas.  Fue un poco complicado crecer ahí.

Maga

Pero pude, seguía con Keep Dancing que era nuestro grupo de baile con las chicas y en una muestra Javi Rojas, director de la academia Jump, se comunica conmigo para dar clases en su academia. Él fue la primera persona que me dio una oportunidad en una escuela “grande”, digamos. Y ahí arranqué con las clases de waacking, un estilo que acá todavía no se practicaba enserio. 

En los últimos años profundizando en las áreas urbanas me sentí muy identificada con el waacking y empecé a investigar. Es una danza que tiene mucho de comedia musical, va de la mano del histrionismo, de contar una historia y de ser muy dramática.

De repente estaba dando clases y todo el mundo empezó a preguntarse qué era, empezaron a llenarse las clases y a la gente le gustó, empezaron a llamarme de diferentes escuelas y ahí empezó mi camino en todo esto.

Fuiste la persona que trajo el waacking al Uruguay. Contá un poco, ¿qué te pasa con el waacking y como marcó el camino de tu carrera?

Me pasó que el segundo gran descubrimiento conmigo misma fue cuando me vi ya dando clases con el waacking, estaba en una postura de pasar lo que yo sabía en cuanto a ejecución, pero más adelante investigando más y viajando a estudiar, me encontré con otro lado que era improvisar, era el freestyle, entender el propósito de por qué nació esa danza, no solo como ejecución sino como movimiento, denuncia social, fue increíble.

Porque es una danza queer, es una danza que nace de la comunidad LGBT y ahí también toca un montón de lados de mi personalidad, ese fue mi segundo gran descubrimiento. Empecé a trabajarlo desde el lado del autoconocimiento. Me abrió en todos los sentidos, en cuanto a confianza, en cuanto a sexualidad, creatividad…

Maga

Encontré otro lado y ahí fue que me di cuenta que todo tiene un lado más profundo, que la danza es algo más profundo, que es personal, que es única para cada uno. Todo tenía un por qué y todo coincidía con algo de mi personalidad  y de mi historia.

El waacking es una danza que nace en los 70 y nace de la necesidad de expresarse. De la homofobia que existía, de la discriminación que existía, que no había lugares seguros. Nos toca de cerca tanto a mí como a mi entorno.

Maga empieza otra etapa en la que empieza a competir, a viajar, fue a EEUU con una beca que ganó en Uruguay en un congreso de comedia musical.  Estuvo un mes en Broadway estudiando comedia musical. 

Cuando viajo a estudiar, además de estar en mis clases de la beca que me gano, me voy a estudiar waacking paralelamente y a seguir creciendo. Y en este proceso surge la idea de abrir mi propia academia en Uruguay charlando con mis compañeros, incluso ellos me ayudan con el nombre Funk up Studio.

¿Cómo es el proceso de Funk Up desde que abre hasta ser la academia que es hoy en día?

Llegué, hablé con Gas y le dije para abrir una academia y empezar dando clases los sábados. Ahí empezó, dando waacking, invitábamos a profes diferentes. Profesores que nos gustaba lo que hacían. Yo estuve todo el mes de febrero en Broadway y el 14 de marzo ya empezamos con la academia. Al principio no era un proyecto tan grande, era un espacio en la semana.

Pasaba que no había un lugar seguro como para que las mujeres  y el ambiente queer se sintieran bien.

Maga

Había otras escuelas que estaban buenas y que yo era parte, pero se regían unas reglas y unos patrones que no compartía y por esos motivos fue que me fui de muchas de ellas.

Así es como Maga emprende este camino con el propósito de crear un espacio de confort seguro y de confianza para ella y los suyos. Y ese es su branding.

Por más que sea un branding, no deja de ser lo que somos, lo que promovemos, no es que estemos usándolo porque nosotros somos parte de la comunidad y ahí decidimos hacernos cargo de esto. Nosotros somos esto y vamos a hacer lo que somos, no podemos vender algo que no somos. 

Maga

Ahí arrancamos a full, nos mudamos a la calle Maldonado, donde estamos hoy en día y alquilamos viernes y sabados, (2016). Ahí empieza ya a ser otra gestión y a tener otro compromiso, nos asociamos yo Gastón Gatto y Claudio Casal y empezamos con lipstick, donde yo era la crew líder. A partir de ahí empezamos a competir, hicimos los nacionales de acá.

Al principio éramos los diferentes, los raros, era lo que nos caracterizaba, éramos un grupo que no estaba definido por una identidad masculina, éramos muy queer. Empezamos a bailar vogue y pasaba que ni los propios jueces a veces sabían bien las diferencias entre vogue y waacking, un error grave si te dedicás al mundo de las danzas urbanas y más si sos juez.

Nosotros empezamos a innovar y a dar otra bocanada de estilos de lo que venía siendo lo común acá. Queer es algo que no está estereotipado por absolutamente nada, lo que te hace único y especial en lo que vos quieras ser. Es la libertad de uno de expresarse como quiera, vestirse como quiera, todas las partes discriminadas y lo que se considera raro lo abraza el movimiento queer.

Fue muy raro al principio, porque llevar todo eso a una competencia nacional donde estaban las mentes aún muy cerradas, hizo que no entendieran nada, como te decía, confundían los estilos. No tenían cómo juzgar, no sabían hacerlo. Se nos juzgó con un prototipo delimitado, quedamos quintos.

Al año siguiente seguimos compitiendo, y por suerte cambió acá y en todo el mundo la manera de expresarse, entonces empezamos a no ser los “únicos”, ya en otros lados personas que hacen los mismos estilos que nosotros empiezan a tener más reconocimiento y más aceptación.

Eso fue evolucionando de a poco pero costó, y a veces sigue costando. El prototipo sigue siendo uno y siempre vamos a tener que esforzarnos un poco más para poder demostrar.

¿Cómo es el trabajo de la docencia ?

Lleva un gran trabajo emocional, todos los que nos dedicamos a esto lo sabemos. Es bravo. Porque es un continuo trabajo personal y para el otro, poder estar para el otro, entender diferentes situaciones, conlleva muchas cosas, el estar día a día. Mi vida pasó a ser esto. Mi vida pasó a ser un continuo aprendizaje de un montón de cosas. Sin darme cuenta a veces.

Teniendo en cuenta que mayo fue el mes de la madre y que Maga ha llevado la responsabilidad de varios grupos de baile, veo en la docencia una forma más de maternar. Veo cómo los acompañó, cómo los cuidó, cómo se preocupó y se preocupa por ellos, por darles sus espacios, y cómo los alumnos la tienen como una figura en la que confiar y contar con ella como guía. Y eso es muy valioso.

Desde siempre me pasó, como me pasó con Clau, cuando recién estaba dando clases de waacking, lo vi y vi el talento en él, pero alrededor no lo apreciaban, el ambiente en el que se movía, él destacaba, también era queer, y yo aunque no me definía como tal ni me había descubierto sexualmente aún, mi manera de ser siempre congeniaba con ese mundo, ya tenía mi tendencia por la cultura también. Entonces a él lo celebré, lo apoye y lo adopté.

Y a Gas también, una persona que materné porque no tenía muchos recursos, pero sí talento, y quería brindarle la oportunidad y la ayuda. Siempre me pasa que a la gente que yo siento que merece algún tipo de ayuda u oportunidad en el baile yo siempre estoy, y trato de dar el empujón, dar la información. Y refugiarlos.

En aquel momento también que un varón bailara danzas más femeninas o expresiones artísticas más femeninas tampoco estaba bien visto, y yo veía todo lo contrario, a mí me gustaba, yo veía talento en todo aquello. Quería que hicieran lo que ellos quisieran hacer sin que se sintieran juzgados.

Maga

Ellos dos han sido grandes pilares de todo lo que he hecho, siempre me han acompañado y apoyado en todo. Son familia. Me sale mucho protegerlos. 

Rescato una gran valentía por parte de todo el grupo de trasformar todas la vivencias de discriminación y dolor a algo realmente hermoso, al movimiento empoderado, al orgullo de ser y mostrarse sin tapujos. Espero que les haya gustado la presentación de esta excelente artista que tenemos en Uruguay, y hayan disfrutado de la entrevista tanto como yo.

Laura Temprano